Los difusores de varillas, también conocidos como difusores de caña o reed diffusers en inglés, son una forma popular y elegante de aromatizar un espacio de manera continua y sin necesidad de electricidad ni fuego. Son una excelente alternativa a las velas o los aerosoles, especialmente en hogares con niños o mascotas, ya que no presentan riesgos de llama abierta.
¿Cómo funcionan?
Su funcionamiento es sorprendentemente simple y se basa en un principio físico llamado acción capilar:
El líquido: Un difusor de varillas consta de una botella con una mezcla de aceites perfumados (que pueden ser aceites esenciales o fragancias sintéticas, a menudo mezclados con una base portadora para ayudar a la difusión).
Las varillas: Se insertan varias varillas delgadas, generalmente de ratán o fibras sintéticas porosas, en la botella. Estas varillas tienen pequeños canales internos.
Acción capilar: El líquido perfumado es absorbido por la parte sumergida de las varillas y, gracias a la acción capilar, asciende a través de esos canales hasta la parte superior de las varillas.
Evaporación: Una vez que el aceite llega a la superficie de las varillas que están expuestas al aire, se evapora lentamente, liberando así la fragancia en el ambiente de forma gradual y constante.
Ventajas de los difusores de varillas
Seguridad: Al no usar llama ni electricidad, son muy seguros para dejar desatendidos.
Difusión constante: Liberan el aroma de manera continua, manteniendo el ambiente perfumado de forma sostenida.
Estética: Vienen en una gran variedad de diseños de botellas y varillas, lo que los convierte en un elemento decorativo atractivo.
Bajo mantenimiento: Una vez colocados, requieren poca atención.
Consejos para maximizar su rendimiento y duración
Voltear las varillas: Voltea las varillas cada pocos días o una vez a la semana. Esto ayuda a re-saturar la parte expuesta de las varillas y a refrescar la intensidad del aroma. Hazlo sobre un fregadero para evitar derrames.
Ubicación: Colócalos en un lugar con buena circulación de aire, pero no directamente bajo un flujo fuerte (como un ventilador o una ventana abierta), ya que esto aceleraría la evaporación del líquido. Evita la luz solar directa o fuentes de calor, que también pueden hacer que el aceite se evapore más rápido.